lunes, 5 de mayo de 2025

IMPERIOS DEL MUNDO ATLÁNTICO. ESPAÑA Y GRAN BRETAÑA EN AMÉRICA (1492-1830), por JOHN H. ELLIOTT

 





John H. Elliott fue, sin duda, uno de los historiadores más eminentes del mundo anglosajón, y al mismo tiempo uno de los más lúcidos intérpretes de la historia de España. Su formación en la Universidad de Cambridge, y su prolongada trayectoria como catedrático en Oxford, Princeton y otras instituciones de élite, no limitaron su vocación a los salones académicos: Elliott fue un puente viviente entre culturas, un humanista que comprendió que la historia no es una mera sucesión de fechas ni una guerra de ideologías, sino un tejido complejo de ideas, estructuras, personas y pasiones. Desde sus primeras investigaciones sobre el Conde-Duque de Olivares, pasando por sus brillantes estudios sobre el Siglo de Oro y la monarquía hispánica, hasta sus análisis comparativos entre potencias europeas, su obra ha sido siempre un ejercicio de finísima observación, implacable en el método y profundamente civilizadora en el espíritu. Su muerte en 2022 dejó un vacío en la historiografía europea, pero también una herencia que sigue iluminando el estudio de la historia global con inteligencia, ecuanimidad y un raro sentido de lo esencial.

En Imperios del mundo atlántico. España y Gran Bretaña en América (1492-1830), Elliott realiza una de sus empresas más ambiciosas y logradas: la comparación de los dos grandes proyectos imperiales europeos en el Nuevo Mundo, desde la llegada de Colón hasta la emancipación de las colonias. Lejos de limitarse a un estudio convencional de guerras, tratados y conquistas, el autor escarba en las entrañas de ambos imperios para mostrar cómo se formaron, cómo funcionaron, qué ideas los sostuvieron y qué contradicciones los erosionaron. España y Gran Bretaña aparecen aquí no solo como potencias coloniales rivales, sino como civilizaciones con visiones distintas del mundo, de la autoridad, de la religión, del comercio y de la relación con sus súbditos ultramarinos. A través de un enfoque comparativo magistral, Elliott revela similitudes sorprendentes y diferencias fundamentales, abriendo una nueva vía para entender los orígenes del mundo atlántico moderno.

El libro es una sinfonía de erudición y claridad. Elliott alterna el análisis estructural con el detalle humano: traza la evolución de los sistemas administrativos, las dinámicas sociales y los intercambios económicos, pero no olvida la voz de los conquistadores, los esclavos africanos, los criollos, los reformadores ilustrados ni los líderes independentistas. Su visión es panorámica, pero su prosa es minuciosa, transparente, didáctica. Entre sus páginas, el lector asiste al despliegue de dos modos de colonizar, de evangelizar, de explotar, de gobernar y también de resistir. España aparece como un imperio legalista y religioso, más jerarquizado y urbano; Gran Bretaña como un conjunto más descentralizado, mercantil y pragmático. Pero ninguno de los dos escapa al dilema central que atraviesa el libro: ¿cómo puede un poder distante gobernar, durante siglos, a pueblos diversos en territorios inmensos sin perder el control ni provocar rebelión?

Uno de los grandes méritos de esta obra es su capacidad para desafiar visiones simplistas. Elliott no idealiza ni demoniza; desmonta leyendas negras y blancas con igual rigor, y logra que el lector entienda que los imperios son, ante todo, laboratorios de ambigüedades morales y paradojas históricas. El libro también ilumina, con una sutileza casi profética, los gérmenes de los Estados modernos en América: la formación de identidades criollas, la ambivalente herencia colonial, el surgimiento del nacionalismo, el conflicto entre metrópolis y periferia, temas que aún hoy resuenan en los debates sobre poder, memoria e identidad.

Imperios del mundo atlántico es mucho más que un tratado de historia comparada; es una obra maestra del pensamiento histórico, escrita con la elegancia y profundidad de un clásico. En sus páginas, Elliott no solo nos cuenta lo que ocurrió, sino que nos enseña a pensar históricamente, a mirar el pasado con juicio templado y comprensión amplia. En un mundo todavía marcado por los legados imperiales, su lectura resulta tan imprescindible como reveladora.


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