SIN NOTICIAS DE GURB, por EDUARDO MENDOZA
Eduardo Mendoza Garriga nació en Barcelona en 1943, y su obra representa una de las cumbres más singulares, inteligentes y versátiles de la literatura en lengua castellana contemporánea. Novelista de espíritu agudo y mirada irónica, Mendoza ha sabido moverse con naturalidad entre registros tan diversos como el humor disparatado, la novela histórica, la sátira política y el relato policiaco, siempre con un estilo que combina precisión lingüística, sabiduría narrativa y un sentido del humor tan fino como demoledor. Su debut literario fue contundente: La verdad sobre el caso Savolta (1975), considerada una de las primeras novelas realmente modernas de la posguerra en España. A partir de allí, cada una de sus obras ha reflejado su capacidad para reinventarse sin traicionar su esencia: una mirada lúcida, crítica, burlona pero profundamente humana sobre la realidad. Ha sido galardonado con múltiples premios literarios, entre ellos el Premio Cervantes, el más prestigioso de las letras en español. Además de su carrera como novelista, Mendoza ha sido traductor, abogado en Naciones Unidas y columnista brillante, lo que contribuye a su mirada cosmopolita y, a la vez, profundamente local. Barcelona, su ciudad natal, es mucho más que un escenario en sus novelas: es un personaje vivo, mutante, que respira y delira junto a sus protagonistas.
Dentro de su amplia y riquísima producción literaria, Sin noticias de Gurb (1991) ocupa un lugar especial. Es una obra breve, de apariencia ligera, pero de una inteligencia satírica y una ternura insólita. Escrita en forma de diario personal, la novela narra las peripecias de un extraterrestre que llega a Barcelona en busca de su compañero Gurb, quien ha desaparecido tras adoptar la forma de Marta Sánchez —sí, la cantante—. Desde esa premisa absurda y deliciosamente cómica, Mendoza construye una crítica incisiva y cómplice a la vida urbana, la modernidad, el individualismo, el caos urbano y las contradicciones de la sociedad española a finales del siglo XX. Lo que podría haber sido un simple juego cómico se convierte en una herramienta narrativa para mirar con distancia —y, por ello, con mayor profundidad— el comportamiento humano en entornos modernos.
El protagonista, un extraterrestre metódico, ordenado y extremadamente racional, comienza su búsqueda de Gurb, enfrentándose con asombro, desesperación y creciente simpatía a las costumbres de los terrícolas. Su visión —siempre distanciada pero cada vez más empática— le permite señalar lo ridículo de nuestras rutinas diarias: el tráfico caótico, la burocracia absurda, el consumo irreflexivo, la incomunicación disfrazada de urbanidad. Barcelona se transforma en un escenario de delirio urbano, en un teatro de lo absurdo cotidiano. La novela se desarrolla en los días previos a los Juegos Olímpicos de 1992, lo que añade un matiz de crítica a la transformación estética y funcional de la ciudad, ansiosa por maquillarse ante el escaparate del mundo sin resolver sus problemas de fondo.
Mendoza se vale de un estilo aparentemente simple: frases cortas, lenguaje claro, situaciones caricaturescas. Pero bajo esa superficie, esconde una capacidad aguda para desmontar comportamientos sociales. El extraterrestre, sin nombre, actúa como espejo distorsionado de la condición humana. Su lógica alienígena resalta lo ilógico de lo humano, y sus fracasos para integrarse a nuestras costumbres provocan una risa que no es superficial, sino reveladora. En su torpeza, hay una humanidad que desarma. Lo ridículo de los humanos es, también, lo ridículo que todos compartimos. Y así, mientras busca a Gurb —cuya ausencia se vuelve cada vez más simbólica—, el narrador se va transformando, contagiado por aquello que observa.
Uno de los mayores logros de Sin noticias de Gurb es su forma de hacernos reír para, sin darnos cuenta, hacernos pensar. Mendoza no pontifica ni moraliza. Simplemente observa con asombro, exagera lo cotidiano y permite que el lector descubra, entre carcajadas, la absurda lógica del mundo moderno. Es una obra profundamente barcelonesa —las calles, los barrios, los personajes pintorescos son muy locales— pero también universal. Cualquier lector de cualquier ciudad puede reconocerse en sus escenas de caos vial, en sus colas interminables, en sus conversaciones vacías o en sus esfuerzos patéticos por mantener una imagen socialmente aceptable. Es precisamente esa capacidad de elevar lo local a lo universal lo que da a la novela su valor perdurable.
Algunas citas de Sin noticias de Gurb condensan su humor ácido y su mirada crítica:
“He ingerido un líquido amarillento y espumoso denominado cerveza. Me ha causado euforia y ganas de cantar regionales.”
En esta frase se encapsula el estilo de Mendoza: lo cotidiano visto desde un lente desviado que, al enfocar con precisión, revela la comicidad involuntaria de muchas de nuestras costumbres. El efecto de la cerveza, tan trivial para nosotros, se convierte en un fenómeno antropológico hilarante.
“Todo el mundo está muy nervioso. Quizá porque son las ocho y media y todavía no han tenido su café con leche.”
La sátira del comportamiento humano matinal —la dependencia del café como carburante social— adquiere una dimensión casi filosófica. Mendoza utiliza el humor para subrayar hasta qué punto somos criaturas de hábitos y estímulos externos.
“Lo difícil no es vivir en Barcelona: lo difícil es circular por Barcelona.”
Una de las frases más citadas de la novela. Más allá del chiste sobre el tráfico urbano, la frase revela la tesis central del libro: la dificultad no está tanto en habitar el mundo como en adaptarse al modo en que lo hemos diseñado. El urbanismo, las prisas, las normas sociales, nos deshumanizan tanto como nos estructuran.
“He adoptado la forma de un señor bajito, calvo y con gafas. Nadie ha notado la diferencia.”
Aquí, la sátira sobre la uniformidad de lo cotidiano alcanza su cumbre. La capacidad del narrador de pasar desapercibido entre los humanos sin necesidad de atributos especiales revela la pérdida de singularidad en la masa urbana. También puede leerse como un comentario sobre lo que consideramos “normal”: una media insípida de lo reconocible.
En suma, Sin noticias de Gurb es mucho más que una novela cómica: es una crítica amable pero feroz de la civilización urbana, un canto de amor irónico a una ciudad que cambia a pasos forzados y un recordatorio de que muchas veces lo absurdo no está en lo extraño, sino en lo que asumimos como normal. Eduardo Mendoza, con su inteligencia literaria y su oído perfecto para el ritmo de la prosa, nos entrega una obra que no solo se lee con placer, sino que se recuerda con una sonrisa cómplice. Porque en ese extraterrestre perdido que intenta comprender a los humanos, quizás nos encontremos a nosotros mismos, más claramente de lo que quisiéramos admitir.
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