miércoles, 28 de mayo de 2025

RELACIÓN DEL VIAJE DE ESPAÑA EN 1679, por la CONDESA D’AULNOY

  




Marie-Catherine Le Jumel de Barneville, más conocida como la Condesa d’Aulnoy, es una figura fascinante y enigmática de las letras francesas del siglo XVII. Nacida en 1652 en Barneville-la-Bertran, en el seno de una familia noble, su vida estuvo marcada por la aventura, la intriga y la resiliencia. Se casó muy joven con el barón de Aulnoy, un hombre treinta años mayor, de carácter complicado y fortuna incierta, con quien tuvo cinco hijos. La relación estuvo envuelta en escándalos, acusaciones de traición y exilios, episodios que la forzaron a buscar refugio en Inglaterra y, según algunos relatos, también en España. La Condesa d’Aulnoy fue una mujer de ingenio agudo y espíritu independiente, que supo abrirse camino en un mundo dominado por hombres. Tras enviudar, regresó a París, donde fundó uno de los salones literarios más afamados de su época, punto de encuentro de escritores, filósofos y aristócratas. Allí, entre tertulias y relatos, cimentó su fama como narradora y autora de cuentos de hadas, memorias y libros de viajes. Su obra, sin embargo, ha estado envuelta en la polémica: algunos estudiosos dudan de la veracidad de su estancia en España, y sostienen que su célebre “Relación del viaje de España en 1679” es más una construcción literaria que un testimonio fiel, aunque nadie discute su valor como retrato vívido y sugerente de la España barroca.

“Relación del viaje de España en 1679” es una de las crónicas de viaje más deliciosas y singulares del barroco europeo. La autora, con el pretexto de relatar su travesía por tierras españolas durante los años 1679 y 1680, en pleno reinado de Carlos II, compone un fresco vivísimo de la sociedad, las costumbres y los paisajes de la España de la época. El libro, escrito en forma de quince cartas dirigidas a su prima, despliega una prosa ágil, irónica y llena de matices, muy alejada del tono solemne y encorsetado de otros relatos contemporáneos. A través de sus páginas, el lector se convierte en compañero de viaje de la condesa, recorriendo posadas y palacios, plazas y caminos polvorientos, y descubriendo una España pobre pero orgullosa, profundamente religiosa y aferrada a sus tradiciones, donde la nobleza vive de las rentas y el honor es moneda de cambio cotidiana.

La mirada de la Condesa d’Aulnoy es la de una extranjera curiosa y perspicaz, capaz de captar tanto la belleza de los paisajes como las contradicciones de la sociedad española. Sus descripciones de Madrid, de la corte y de la vida cotidiana de las gentes comunes, están salpicadas de anécdotas, historias galantes y leyendas que, aunque probablemente inventadas, dotan al relato de un aire de fábula y misterio. El ritmo narrativo es ligero y moderno, y la autora no duda en intercalar cuentos y pequeñas novelas dentro de la crónica, mostrando su talento para la invención y el arte de contar. El viaje, sin embargo, no estuvo exento de dificultades: la lentitud y el mal estado de los caminos, la precariedad de las posadas, las enfermedades y los peligros del trayecto son descritos con humor y cierto escepticismo, lo que añade realismo y humanidad a la narración.

Uno de los aspectos más destacados del libro es su capacidad para retratar la España barroca en toda su complejidad: la religiosidad omnipresente, el esplendor y la decadencia de la corte, la vida de los campesinos y artesanos, la importancia de la honra y la apariencia, y la tensión entre la tradición y la modernidad. La autora, con su mirada extranjera, no duda en señalar las paradojas y excesos del país, pero también muestra admiración por la dignidad y la resistencia de sus gentes. El texto, además, está atravesado por un sutil sentido del humor y una ironía elegante, que lo convierten en una lectura amena y adictiva, capaz de seducir tanto al lector contemporáneo como al de su tiempo.

La autenticidad del viaje ha sido objeto de debate entre los estudiosos. Algunos sostienen que la condesa nunca pisó suelo español y que su relato es fruto de la imaginación, alimentada por fuentes indirectas y al servicio de la propaganda francesa. Otros defienden que, aunque adornado y literaturizado, el libro recoge impresiones y detalles que solo una observadora atenta y experimentada podría captar. Sea como fuere, “Relación del viaje de España en 1679” ha perdurado como un testimonio literario imprescindible para comprender la imagen de España en la Europa del siglo XVII y la evolución del género de literatura de viajes.

Entre las citas más memorables del libro, resalta la siguiente reflexión:
“España es un país donde el honor pesa más que el oro, y donde la pobreza se lleva con la cabeza alta y el corazón firme.”
Esta frase resume el espíritu de la sociedad española que describe la condesa: un pueblo orgulloso, para quien la honra es el bien más preciado, incluso por encima de la riqueza. La cita revela tanto la admiración como la distancia irónica de la autora ante una mentalidad que le resulta ajena y fascinante al mismo tiempo.

Otra cita significativa es:
“En las calles de Madrid, la fe es tan densa como el polvo, y en cada esquina se respira devoción y desconfianza.”
Aquí, la condesa capta la atmósfera de la capital española, donde la religiosidad impregna la vida cotidiana, pero también se percibe una cierta tensión y recelo, fruto de la crisis y el aislamiento del país en aquella época. La frase ilustra la capacidad de la autora para condensar en pocas palabras el ambiente social y espiritual de la ciudad.

Finalmente, destaca esta observación:
“Las historias que me cuentan mis anfitriones son tan fantásticas que dudo si viajo por España o por un reino de sueños.”
Con esta cita, la condesa reconoce el carácter fabuloso de muchas de las anécdotas que recoge, y juega con la ambigüedad entre realidad y ficción que recorre todo el libro. Es una invitación al lector a disfrutar del relato como una mezcla de crónica, cuento y memoria, donde la verdad histórica se entrelaza con el arte de narrar.

“Relación del viaje de España en 1679” es, en definitiva, una obra que trasciende el género de la literatura de viajes para convertirse en un retrato literario, irónico y encantador de la España barroca. La Condesa d’Aulnoy, con su pluma ágil y su mirada perspicaz, nos invita a recorrer un país de contrastes, leyendas y pasiones, y a descubrir, entre la realidad y la invención, la esencia de una época y de un pueblo. Su libro sigue siendo una lectura imprescindible para quienes buscan comprender no solo la historia de España, sino también el arte de narrar y la mirada de quien, desde la distancia, sabe captar la vida en todo su misterio y esplendor.




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