sábado, 31 de mayo de 2025

LAS MUJERES DE LA NASA, por NATHALIA HOLT

  


LAS MUJERES DE LA NASA, por NATHALIA HOLT



Nathalia Holt es una de las voces más fascinantes y comprometidas de la divulgación científica actual, una autora que ha dedicado su carrera a sacar a la luz las historias ocultas de las mujeres que cambiaron el rumbo de la ciencia y la tecnología. Nacida en Nueva York el 13 de diciembre de 1980, Holt es microbióloga, científica y periodista, con una formación académica que abarca la Universidad del Sur de California, la Universidad Tulane y la Universidad de Harvard. Su trabajo en el Instituto Phillip T. y Susan M. Ragon la llevó a especializarse en biología molecular, inmunología y el estudio del VIH, pero su verdadera pasión ha sido siempre la escritura y la investigación histórica, especialmente en torno al papel de las mujeres en campos tradicionalmente dominados por hombres. Holt ha colaborado con medios de prestigio como The New York Times, The Atlantic, PBS y Popular Science, y sus libros han sido aclamados por su rigor, su capacidad narrativa y su sensibilidad para rescatar del olvido a las pioneras de la ciencia. Vive en California, junto al océano, con su familia, y desde allí sigue explorando los archivos y las historias que desafían los estereotipos y amplían nuestra visión del pasado y del presente.

“Las mujeres de la NASA” —título en español de su obra “Rise of the Rocket Girls: The Women Who Propelled Us, from Missiles to the Moon to Mars”— es un libro que deslumbra tanto por la riqueza de su documentación como por la humanidad de sus protagonistas. Holt nos transporta al Laboratorio de Propulsión a Reacción (JPL) de la NASA en California, en los años cuarenta, cincuenta y sesenta, cuando la exploración espacial era apenas un sueño y los ordenadores eran personas, no máquinas. En ese universo de ingenieros y científicos, un grupo de mujeres excepcionales —muchas de ellas jóvenes brillantes reclutadas por supervisoras visionarias como Macie Roberts y Helen Ling— se convirtieron en las “computadoras humanas” responsables de los cálculos que harían posible el salto al espacio. El libro narra con detalle las vidas y los desafíos de figuras como Barbara Paulson y Susan Finley, quienes, en una época en que pocas carreras científicas estaban abiertas a las mujeres, no solo participaron en los proyectos más ambiciosos de la NASA, sino que fueron esenciales para su éxito.

Holt reconstruye la historia de estas pioneras a partir de una investigación exhaustiva en archivos, cartas personales y entrevistas, y logra que el lector se sumerja en el ambiente de una época marcada por la discriminación de género, pero también por la pasión y la camaradería. El relato está tejido con la precisión de una novela y la profundidad de un ensayo histórico: asistimos a los primeros lanzamientos de cohetes, a las noches interminables de cálculos y pruebas, a las tensiones y alegrías de un equipo que se enfrentaba a lo desconocido con valentía y determinación. La autora no solo muestra los logros técnicos de estas mujeres —cuyos cálculos permitieron desde la llegada de sondas a la Luna hasta el envío de naves a Marte—, sino que también explora sus vidas personales, sus sueños, sus luchas por conciliar la vida familiar con una carrera exigente y su impacto silencioso en la historia de la ciencia.

Uno de los aspectos más poderosos del libro es su capacidad para conectar la historia de estas “rocket girls” con los grandes hitos de la exploración espacial y con los debates actuales sobre igualdad de género en la ciencia y la tecnología. Holt demuestra que, sin el trabajo invisible y a menudo no reconocido de estas mujeres, la NASA no habría alcanzado muchos de sus éxitos. Además, la autora sitúa a sus protagonistas en el contexto más amplio de la historia social y científica de Estados Unidos, mostrando cómo su perseverancia abrió caminos para generaciones futuras de ingenieras, matemáticas y científicas. El libro es, en este sentido, tanto un homenaje como una reivindicación: una invitación a mirar la historia con otros ojos y a reconocer el valor de quienes, desde la sombra, impulsaron la humanidad hacia las estrellas.

Entre las citas más destacadas de la obra, resalta la frase: “Ellas eran las computadoras, y su trabajo era tan esencial como invisible.” Esta sentencia resume la paradoja de la contribución femenina en la ciencia: imprescindible, pero a menudo ignorada por la historia oficial. Otra cita memorable es: “En un mundo que les decía que no podían, ellas calcularon la trayectoria de los sueños.” Aquí, Holt pone en primer plano la fuerza de voluntad y la inteligencia de sus protagonistas, capaces de desafiar las expectativas y demostrar que el talento no tiene género. Una tercera reflexión clave del libro afirma: “El espacio no era solo una frontera para la humanidad, sino para cada una de ellas, que debía conquistar su lugar todos los días.” Esta frase encapsula el doble desafío que enfrentaron: conquistar el universo y, al mismo tiempo, conquistar el derecho a participar en esa aventura.

Cada una de estas citas encierra una lección. La primera nos recuerda la importancia de visibilizar el trabajo de quienes han sido marginados por los relatos tradicionales. La segunda celebra la capacidad de las mujeres para soñar y lograr lo imposible, incluso en condiciones adversas. La tercera subraya que la verdadera conquista no es solo tecnológica, sino también social y personal.

“Las mujeres de la NASA” es mucho más que un libro de historia o de divulgación científica: es una narración vibrante, emocionante y profundamente humana sobre la valentía, la inteligencia y la solidaridad. Holt logra que el lector se identifique con sus protagonistas, que comprenda la magnitud de sus logros y que se emocione ante sus pequeñas y grandes victorias. La obra es, además, una llamada a la acción: a seguir luchando por la igualdad, a reconocer el valor de la diversidad y a no olvidar nunca que, detrás de cada avance científico, hay historias de esfuerzo, pasión y sueños compartidos. Leer a Nathalia Holt es descubrir que la historia de la ciencia está llena de heroínas anónimas y que, gracias a su trabajo, hoy seguimos mirando las estrellas con esperanza.



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