LA EDAD DE RAZÓN, por THOMAS PAINE
Thomas Paine nació el 29 de enero de 1737 en Thetford, Inglaterra, en el seno de una familia modesta: su padre era corsetero y su madre anglicana. Su infancia y juventud estuvieron marcadas por la inestabilidad y el fracaso en diversos oficios, desde aprendiz de corsetero hasta recaudador de impuestos, pasando por marino y escritor ocasional. Sin embargo, su vida dio un giro radical cuando, tras conocer a Benjamin Franklin en Londres, emigró a Filadelfia en 1774. Allí, Paine encontró por fin su vocación en la escritura política y el periodismo. Su pluma encendió la mecha de la Revolución Americana con el panfleto Common Sense, que abogaba con una claridad y contundencia inéditas por la independencia de las colonias. Más tarde, sus Crisis papers insuflaron moral al ejército revolucionario en los momentos más oscuros de la guerra. Paine fue un espíritu inquieto y radical, defensor de la libertad, la igualdad y la razón, cuyas ideas también influyeron en la Revolución Francesa. Sus obras, como Rights of Man y The Age of Reason, lo convirtieron en una figura polémica, admirada y temida, perseguida por las autoridades británicas y encarcelada en Francia. En sus últimos años, regresó a Estados Unidos, donde fue recibido con frialdad y murió casi olvidado en 1809, aunque la posteridad lo ha rescatado como uno de los grandes agitadores intelectuales de la modernidad.
La Edad de la Razón es, sin duda, su obra más audaz y provocadora. Escrita en el convulso contexto de la Revolución Francesa y publicada en varias partes entre 1794 y 1802, el libro es un manifiesto de deísmo y una demoledora crítica a las religiones reveladas. Paine, lejos de declararse ateo, proclama su creencia en un solo Dios y en una religión natural basada en la razón y la observación de la naturaleza. Pero arremete con fiereza contra las iglesias organizadas, a las que acusa de ser invenciones humanas diseñadas para oprimir y explotar a la humanidad mediante el miedo y la superstición. “Mi propia mente es mi iglesia”, sentencia, reivindicando la libertad de conciencia y la honestidad intelectual frente a los dogmas impuestos.
El núcleo de La Edad de la Razón reside en el análisis racional de la Biblia. Paine examina tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento con mirada crítica, desmenuzando contradicciones, errores históricos y anacronismos, y poniendo en duda la autoría y la veracidad de los textos sagrados. Para él, los milagros y las profecías no son pruebas de la divinidad, sino relatos fantásticos o manipulaciones interesadas. Sostiene que la revelación, por definición, solo puede ser válida para quien la recibe directamente; para todos los demás, no es más que un rumor, una cadena de testimonios de dudosa fiabilidad. Por eso, insiste en que la única “Biblia” auténtica es la creación misma, el universo observable, accesible a todos los seres humanos por igual.
El estilo de Paine es directo, enérgico, a veces sarcástico, pero siempre claro y persuasivo. Su propósito no es solo demoler los fundamentos de la religión institucional, sino también liberar a las personas del miedo y la ignorancia, invitándolas a pensar por sí mismas y a buscar la verdad a través de la razón. La Edad de la Razón escandalizó a sus contemporáneos y le granjeó la enemistad de muchos, pero también abrió camino a la crítica moderna de la religión y al pensamiento laico. Su legado es el de un texto fundacional del deísmo y un canto apasionado a la libertad de pensamiento, que sigue desafiando y fascinando a lectores de todas las épocas.
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