HIJOS DE LA TEOSOFÍA. LA MATRIZ Y LAS RAMAS DE UNA SECTA OCULTISTA, por ERNEST MILÀ
Ernest Milà es una figura atípica en el paisaje intelectual contemporáneo. Nacido en Barcelona en la segunda mitad del siglo XX, su trayectoria ha estado marcada por una constante indagación en los márgenes del pensamiento hegemónico. Escritor, editor, ensayista y polemista inclasificable, Milà ha transitado por los caminos de la contracultura, el esoterismo, la crítica política y el análisis metahistórico con una lucidez implacable. Dueño de una erudición vasta y una prosa de filo quirúrgico, ha sabido abordar temas complejos sin concesiones, sin plegarse jamás a los dictados del pensamiento correcto ni de la superficialidad académica. Su obra se caracteriza por una voluntad sostenida de comprensión total de los fenómenos ideológicos y espirituales que han modelado la modernidad, con una particular atención a aquellos movimientos que, por sus raíces ocultas o su impacto subterráneo, escapan al radar de la historiografía convencional.
En Hijos de la Teosofía. La matriz y las ramas de una secta ocultista, Milà despliega con maestría una radiografía profunda y demoledora del entramado doctrinal y organizativo que dio forma al movimiento teosófico desde sus orígenes en el siglo XIX hasta sus derivaciones más inesperadas en el siglo XX. Lejos de limitarse a una exposición cronológica o anecdótica, el autor desmenuza el sistema de ideas, las pulsiones místicas, las ambiciones de poder y los delirios pseudoespirituales que confluyeron en la creación de la Sociedad Teosófica, fundada por Helena Petrovna Blavatsky y Henry Steel Olcott. Pero Milà no se detiene en los personajes fundacionales: su análisis va mucho más allá al examinar cómo la teosofía, bajo un ropaje de búsqueda espiritual, sirvió de matriz para una constelación de sectas, ideologías y proyectos culturales que influyeron decisivamente en ámbitos tan diversos como el ocultismo político, el nacionalismo esotérico, el New Age y hasta ciertos segmentos del ecologismo radical.
Lo más fascinante del libro es su capacidad para desenmascarar —sin caer en el tono panfletario ni en la condena moral simplista— el proceso mediante el cual una doctrina supuestamente orientada al conocimiento superior derivó en un sistema cerrado, jerárquico y manipulador, con ramificaciones que llegan hasta nuestros días. Milà documenta, por ejemplo, el papel de figuras como Annie Besant y Charles Leadbeater en la consolidación de una estructura sectaria que, bajo pretexto de elevación espiritual, promovió experimentos de ingeniería social, como el fallido intento de instaurar un "Mesías" teosófico en la figura del joven Krishnamurti. También analiza el impacto de estas corrientes en la formación de doctrinas raciales, el sincretismo orientalizante, y la fascinación de ciertos sectores elitistas por el poder oculto.
La prosa de Milà —seca, precisa, libre de adornos innecesarios pero de una claridad penetrante— mantiene al lector atrapado en cada página. Cada capítulo ofrece no solo datos e interpretaciones, sino también una pedagogía del pensamiento crítico: leer Hijos de la Teosofía es emprender una autopsia intelectual guiada por alguien que no se limita a describir los órganos, sino que muestra sus conexiones ocultas, sus enfermedades congénitas, sus consecuencias históricas.
Este libro es indispensable para quien quiera comprender cómo ideas aparentemente marginales han moldeado corrientes culturales profundas, y cómo el disfraz de espiritualidad puede ocultar estructuras de dominación sutiles. Con su rigor documentado y su mirada de francotirador del pensamiento, Ernest Milà ofrece en esta obra uno de los estudios más lúcidos y perturbadores sobre el verdadero rostro del ocultismo moderno.
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