LAS AVENTURAS DE DON BOSCO, por HUGO WAST
Gustavo Adolfo Martínez Zuviría, conocido en el mundo literario como Hugo Wast, nació el 23 de octubre de 1883 en Córdoba, Argentina, bajo un cielo que parecía augurar una vida de letras y controversias. Hijo de un hogar culto y conservador, se formó como abogado, pero pronto abandonó las leyes por la pasión de narrar, una vocación que lo llevó a convertirse en uno de los escritores más prolíficos y polémicos de su tiempo. Miembro de la Academia Argentina de Letras y correspondiente de la Real Academia Española, su pluma destilaba un catolicismo ferviente y un nacionalismo visceral, rasgos que impregnaron sus más de sesenta obras. Desde novelas como Valle negro hasta ensayos y biografías, Wast tejió un legado que osciló entre la admiración y el rechazo, especialmente por textos como El Kahal y Oro, acusados de antisemitismo. Sin embargo, su talento narrativo era innegable: galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 1926, dirigió la Biblioteca Nacional y dejó una huella imborrable hasta su muerte en 1962 en Buenos Aires, donde su voz, aún hoy, resuena como eco de una era turbulenta.
Las aventuras de Don Bosco, publicada en 1946 por Editorial Aldecoa, es un canto vibrante a la vida de Juan Bosco, el santo italiano que transformó la miseria en esperanza con su carisma y su fe. Hugo Wast despliega aquí una prosa que danza entre la novela y la hagiografía, atrapando al lector en el torbellino del Piamonte del siglo XIX, un tiempo de revoluciones, anticlericalismo y fervor religioso. La obra se divide en dos partes: la primera, bajo el reinado de Carlos Alberto, nos presenta a un joven Bosco, un saltimbanqui de alma pura que, entre malabares y sueños proféticos, descubre su misión de rescatar a los “biricchini”, los niños abandonados de Turín. La segunda, bajo Pío IX, lo muestra como fundador de los salesianos, enfrentando intrigas políticas, carbonarios y un clero dividido, mientras su oratorio crece como un faro en la tormenta. Wast no solo relata: pinta a Bosco con pinceladas de humanidad, desde su humor pícaro hasta su devoción casi mística, como cuando sueña con tierras lejanas que luego enviarán misioneros a la Patagonia.
El libro respira vida en cada página, tejiendo la historia personal de Don Bosco con el telón de fondo de una Italia convulsa: la unificación, las guerras, el destierro del Papa. Hay momentos que cortan el aliento, como cuando Bosco, con quince liras al año, desafía a un sistema que desprecia a los pobres, o cuando, ya sacerdote, doma a los rebeldes con bondad en vez de látigos. Wast captura lo esencial del santo: su genio educativo, su confianza en la Providencia y su habilidad para convertir lo cotidiano en milagro. No es una biografía seca ni un sermón; es una aventura que galopa entre lo histórico y lo espiritual, con un Bosco que salta de las páginas como un héroe de carne y hueso, enfrentando reyes, obispos y hasta el diablo mismo. Las aventuras de Don Bosco es un testimonio adictivo de cómo un hombre sencillo, armado solo de fe y alegría, cambió el mundo, y de cómo Wast, con su maestría, lo hizo eterno.
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