lunes, 10 de julio de 2023

EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO 2. A LA SOMBRA DE LAS MUCHACHAS EN FLOR, DE MARCEL PROUST






Marcel Proust nació el 10 de julio de 1871 en Auteuil, un suburbio de París, en el seno de una familia acomodada y culta. Su padre era un prestigioso médico y su madre una mujer judía muy refinada. Desde niño sufrió ataques de asma, que condicionaron su salud y su carácter. Estudió en el liceo Condorcet, donde destacó por su talento literario, y luego asistió a la Universidad de La Sorbona y a la Escuela Libre de Ciencias Políticas. Frecuentó los salones aristocráticos, donde conoció a escritores y artistas de la época, como Anatole France, Charles Maurras o Léon Daudet. También viajó por Europa y se interesó por la obra del crítico inglés John Ruskin, a quien tradujo al francés.

En 1896 publicó su primer libro, Los placeres y los días, una colección de relatos y ensayos que pasó inadvertida. Entre 1896 y 1904 trabajó en una novela autobiográfica titulada Jean Santeuil, que nunca concluyó ni publicó. Tras la muerte de su padre en 1903 y de su madre en 1905, se sintió solo y deprimido, y decidió dedicarse por completo a la literatura. Empezó a escribir un ensayo contra la crítica literaria de Sainte-Beuve, que se transformó poco a poco en una novela monumental: En busca del tiempo perdido. En ella plasmó sus recuerdos, sus experiencias, sus reflexiones y sus impresiones sobre el arte, el amor, la sociedad y el tiempo.

Proust vivió recluido en su habitación tapizada con corcho para evitar los ruidos y las alergias. Escribió sin cesar durante más de diez años, revisando y ampliando constantemente su texto. El primer tomo de su novela lo publicó por su cuenta en 1913, después de que André Gide lo rechazara para la editorial NRF. El segundo tomo le valió el Premio Goncourt en 1919. Los siguientes tomos los fue publicando hasta 1922, año en que murió de neumonía a los 51 años. Los tres últimos tomos se publicaron póstumamente por su hermano Robert y por su amigo Jacques Rivière.

Proust es considerado uno de los grandes genios de la literatura universal, y su novela En busca del tiempo perdido una de las cumbres artísticas del siglo XX. Su influencia ha sido enorme tanto en el campo literario como en el filosófico y el artístico. Su estilo se caracteriza por la riqueza y la precisión del lenguaje, la complejidad y la sutileza de la estructura, la profundidad y la originalidad del análisis psicológico, la recreación poética y sensorial de la memoria involuntaria, y la creación de un universo personal e inconfundible.

A la sombra de las muchachas en flor es una novela que se puede leer desde diferentes perspectivas: como una autobiografía novelada, como una reflexión sobre el arte y la literatura, como una crónica social e histórica, como una exploración del inconsciente y las pasiones humanas… Cada lector puede encontrar en ella aspectos que le interesen o le conmuevan más que otros. Sin embargo, hay algunos elementos comunes que se pueden destacar como rasgos distintivos de la obra.

Uno de ellos es el papel de la memoria involuntaria, es decir, la capacidad de evocar el pasado a través de un estímulo sensorial, como un olor, un sabor, un sonido o una imagen. El ejemplo más famoso es el de la magdalena mojada en té, que hace que el narrador recuerde su infancia en Combray. Estos episodios de reminiscencia le permiten al narrador recuperar el tiempo perdido, es decir, revivir las sensaciones y los sentimientos que había olvidado o reprimido. Así, la novela se convierte en una búsqueda del sentido de la vida y de la identidad del narrador, que se va construyendo a través de sus recuerdos.

Otro elemento clave es el análisis psicológico de los personajes, que Proust realiza con una minuciosidad y una penetración extraordinarias. El narrador se detiene en los gestos, las palabras, las miradas y los silencios de las personas que conoce o que observa, y trata de descifrar sus motivaciones, sus contradicciones, sus deseos y sus frustraciones. Así, crea unos retratos complejos y verosímiles, que reflejan la diversidad y la riqueza de la condición humana. Algunos personajes son memorables por su personalidad o su papel en la trama, como Swann, Odette, Gilberte, Charlus, Albertine o la duquesa de Guermantes.

Un tercer aspecto a destacar es la representación de la sociedad francesa de finales del siglo XIX y principios del XX, que Proust describe con una agudeza y una ironía implacables. El narrador asiste a los salones aristocráticos, donde se codea con la alta burguesía y la nobleza decadente, que se dedican a intrigar, a cotillear y a exhibir su elegancia y su cultura. También visita los ambientes artísticos y bohemios, donde conoce a escritores, pintores y músicos vanguardistas o decadentes. Y presencia los cambios históricos y sociales que sacuden el país, como el caso Dreyfus, la Primera Guerra Mundial o el ascenso de las clases medias. Proust retrata con maestría el espíritu de una época y sus contradicciones.

Finalmente, hay que mencionar el estilo literario de Proust, que es único e inimitable. Su prosa es fluida y musical, llena de metáforas y comparaciones sorprendentes. Sus frases son largas y complejas, con numerosas subordinadas y digresiones. Sus párrafos se extienden a veces durante varias páginas, sin perder nunca el hilo ni el ritmo. Su vocabulario es rico y preciso, con términos técnicos, cultos o populares. Su tono es variado y matizado, capaz de pasar de lo lírico a lo humorístico, de lo dramático a lo irónico. Su escritura es un arte que busca expresar lo inefable y lo sublime.

En conclusión, A la sombra de las muchachas en flor es una novela excepcional e imprescindible para cualquier amante de la literatura. Tiene aspectos positivos y negativos, como toda obra humana. Entre los positivos se pueden señalar su originalidad, su profundidad, su belleza y su universalidad. Entre los negativos se pueden apuntar su extensión, su dificultad, su subjetividad y su elitismo. Pero más allá de estos juicios parciales o relativos, lo cierto es que se trata de una obra que nos habla del tiempo y del ser humano con una voz propia e inolvidable.





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