viernes, 25 de abril de 2025

LA VUELTA A LA CAVERNA. TERRORISMO, GUERRA Y GLOBALIZACIÓN, por GUSTAVO BUENO

  


LA VUELTA A LA CAVERNA. TERRORISMO, GUERRA Y GLOBALIZACIÓN, por GUSTAVO BUENO



Gustavo Bueno Martínez, nacido en Santo Domingo de la Calzada en 1924 y fallecido en 2016, fue una de las figuras filosóficas más singulares, desafiantes y lúcidas del pensamiento hispánico contemporáneo. Cimentó su legado intelectual en el rigor académico, la crítica despiadada a las ideologías y una pasión insobornable por la claridad conceptual. Formado en la tradición escolástica y profundamente versado en la filosofía clásica, no tardó en crear su propio sistema filosófico: el materialismo filosófico, una arquitectura intelectual tan densa como provocadora, que desmonta las supersticiones modernas con una lucidez quirúrgica. Desde su cátedra en la Universidad de Oviedo, donde desarrolló gran parte de su pensamiento, Gustavo Bueno no solo combatió los mitos del progresismo ingenuo y del relativismo posmoderno, sino que se convirtió en una conciencia incómoda para todos los discursos dominantes, de izquierda o de derecha. Su voz, siempre crítica, se alzó para ofrecer un pensamiento sin concesiones, una filosofía que exige pensar con precisión, incluso a riesgo de incomodar. Su obra es vasta, compleja y, sin embargo, extraordinariamente iluminadora para quien se atreve a penetrar en sus laberintos. La vuelta a la caverna es una de sus obras más audaces y pedagógicas, un ensayo que conjuga la lucidez del filósofo con la urgencia del ciudadano que se niega a dejarse engañar.

En La vuelta a la caverna, Gustavo Bueno ofrece una interpretación fulminante del mundo contemporáneo a través de una mirada filosófica que rehúye tanto el sentimentalismo como la ingenuidad política. Bajo el sugerente título que alude al célebre mito platónico, el filósofo nos advierte de un inquietante retroceso: lejos de caminar hacia la luz del conocimiento y la emancipación, las sociedades modernas parecen regresar a las sombras de la caverna, embriagadas por ideologías simplistas, discursos emocionales y una globalización que promete unidad mientras disuelve las estructuras racionales del Estado.

El libro se articula en torno a tres ejes que se entrelazan con precisión: el terrorismo, la guerra y la globalización. Pero lejos de un análisis periodístico o sociológico al uso, Bueno desenmascara las capas más profundas de estos fenómenos, mostrando cómo el terrorismo no puede entenderse como un mero acto criminal ni como una reacción desesperada, sino como una categoría política que se inserta en conflictos geoestratégicos e ideológicos de enorme complejidad. La guerra, por su parte, no es un accidente en la historia, sino una forma constitutiva de la política mundial, una estructura en la que se miden las fuerzas reales de las civilizaciones. Y la globalización, presentada a menudo como una panacea humanista, es puesta bajo el microscopio filosófico para revelar sus contradicciones internas, su carácter disolvente y su función como pantalla ideológica de poderes económicos y militares muy concretos.

Lo más fascinante de la obra es su capacidad para iluminar con lenguaje claro, sin por ello sacrificar profundidad, las ficciones en las que se ampara el pensamiento débil contemporáneo. Gustavo Bueno no rehúye los términos difíciles ni los dilemas incómodos. Nos enfrenta a ellos con serenidad conceptual, desmontando ideas aceptadas con una lógica implacable. El lector se encuentra así ante un texto que no solo informa, sino que desinstala certezas, sacude convicciones y empuja a pensar. Y ese es, quizás, el mayor acto de resistencia en tiempos de confusión: el de una filosofía que no se rinde ante el sentimentalismo, ni ante las modas, ni ante la presión mediática.

La vuelta a la caverna es, en definitiva, una obra para quienes no se conforman con repetir eslóganes, para quienes sospechan que el mundo es más complejo que lo que dictan las noticias de las ocho. Es un libro exigente, sí, pero también liberador. Porque pensar con Gustavo Bueno no es fácil, pero siempre es una forma de comenzar a ver el mundo con nuevos ojos. O, más bien, con ojos que por fin han salido de la caverna.



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