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viernes, 18 de abril de 2025

¡VOTO A BRÍOS!, por TERRY PRATCHETT

 


¡VOTO A BRÍOS!, por TERRY PRATCHETT



Terry Pratchett no fue simplemente un autor de fantasía; fue un orfebre del lenguaje, un humanista disfrazado de humorista y un satírico feroz que construyó con tinta y risa uno de los universos literarios más complejos, mordaces y conmovedores de la literatura moderna. Nacido en Beaconsfield, Inglaterra, en 1948, Pratchett creció devorando libros y dejando que su mente se perdiera por sendas donde la imaginación no conocía límites. Su obra más celebrada, el Mundodisco, se convirtió en una vasta comedia cósmica donde los grandes temas del pensamiento humano —el poder, la religión, la ciencia, la política, la muerte— eran diseccionados con una pluma afilada, una inteligencia luminosa y una compasión profunda. Publicó más de cuarenta novelas ambientadas en ese universo plano sostenido por cuatro elefantes que cabalgan sobre una tortuga gigante, y en todas ellas combinó la sátira cultural con una fina observación del alma humana. Fue nombrado caballero por sus servicios a la literatura y, tras una batalla pública y valiente contra el Alzheimer, falleció en 2015, dejando un legado literario tan vasto como intemporal.

¡Voto a bríos! —título que en inglés lleva el más explícito Monstrous Regiment— es una de las obras más incisivas y lúcidas de Pratchett, una sátira militar con trazas de farsa y fondo de reflexión que no deja a nadie indiferente. La historia comienza en un reino ficticio, Borogravia, un lugar empantanado en guerras absurdas y leyes retrógradas dictadas por un dios caprichoso, donde el papel de la mujer está relegado a la invisibilidad doméstica. En este contexto, Polly Perks, hija de un posadero y hermana de un desaparecido en combate, toma una decisión radical: se disfraza de hombre y se alista en el ejército, decidida a encontrar a su hermano. Lo que sigue es una historia de travestismo bélico al estilo de Shakespeare, pero pasada por el tamiz de una crítica social afilada que aborda, sin solemnidad pero con mucha seriedad, la estupidez de la guerra, los prejuicios de género y la plasticidad del heroísmo.

Conforme Polly se une a un regimiento compuesto, como pronto se descubrirá, por otros personajes que también esconden más de lo que aparentan, Pratchett va desnudando las estructuras de poder con la ligereza de un comediante y la precisión de un cirujano. Las instituciones militares, el nacionalismo, la religión institucionalizada, la prensa y los mitos fundacionales de la masculinidad caen uno por uno en esta novela que es, en esencia, una poderosa defensa de la libertad de ser, pensar y actuar más allá del corsé de las convenciones. Todo ello sin perder el tono juguetón, el ritmo ágil y los diálogos chispeantes que caracterizan a su prosa.

Uno de los méritos mayores de ¡Voto a bríos! es que, al tiempo que entretiene sin pausa, logra ser subversiva. No hay moraleja fácil, ni simple reverso de roles; hay, más bien, una exploración de lo monstruoso en lo aparentemente normal y de lo profundamente humano en lo que la sociedad rechaza. Pratchett no escribe panfletos: escribe comedias que, como las de Aristófanes o Molière, en su risa esconden una verdad a menudo incómoda.

Esta novela, como tantas del Mundodisco, no requiere haber leído ninguna otra para ser disfrutada en su plenitud, pero al lector habitual le regalará guiños, personajes conocidos y una capa más del tapiz vasto que Pratchett fue tejiendo libro tras libro. En ¡Voto a bríos! el humor y la ironía se entrelazan con una profunda comprensión de los mecanismos que rigen nuestras sociedades. Y al cerrar sus páginas, uno no puede evitar sentir que ha leído algo más que una novela divertida: ha asistido a una lección de inteligencia, empatía y resistencia disfrazada de historia absurda. Porque, como bien sabía Pratchett, a veces la mejor forma de decir la verdad es hacer que el lector se ría... y luego se quede pensando.



 

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