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viernes, 23 de mayo de 2025

NOVUM ORGANUM, por FRANCIS BACON

  

NOVUM ORGANUM, por FRANCIS BACON



Francis Bacon nació en Londres en 1561, en el seno de una familia influyente que lo encaminó desde joven hacia las esferas del poder y del pensamiento. Fue filósofo, estadista, jurista y científico, y su vida se desarrolló en un tiempo de efervescencia intelectual, cuando el Renacimiento daba paso a una modernidad aún incierta. Su aguda inteligencia lo llevó pronto a destacar en los círculos académicos y políticos, y alcanzó cargos importantes en la corte de Isabel I y Jacobo I. Sin embargo, su ambición, sus enemigos y una serie de intrigas lo llevaron a la caída y al descrédito público. Aun así, desde el retiro forzoso, se dedicó a lo que probablemente fue siempre su vocación más profunda: repensar el conocimiento humano desde sus cimientos. Bacon no fue solo un reformador de la ciencia, sino un visionario que entendió que el saber debía estar al servicio del bien común. Su legado no es el de un teórico abstracto, sino el de un arquitecto de métodos, un albañil de la razón que ayudó a edificar el pensamiento moderno. Murió en 1626, tras un experimento fallido con nieve y carne que, irónicamente, simboliza su fe en el poder transformador de la experiencia directa.

Novum Organum, publicado en 1620, es la piedra angular de su proyecto filosófico. El título, que en latín significa "Nuevo Instrumento", alude directamente a la ruptura que Bacon pretendía con respecto al sistema lógico aristotélico, resumido en el Organon tradicional. El libro es, en esencia, un manifiesto metodológico: una revolución en la forma en que los seres humanos deben acercarse al conocimiento. Para Bacon, el error fundamental de la ciencia antigua residía en su dependencia excesiva de la deducción abstracta y de los prejuicios intelectuales. Frente a ello, propone un nuevo camino: la inducción rigurosa, la observación metódica de la naturaleza y la eliminación sistemática de los llamados “ídolos” del pensamiento —esas trampas invisibles que deforman nuestra percepción y nuestro juicio.

La lectura de Novum Organum no es sencilla, pero es fascinante. Cada aforismo que compone el texto es una pieza de maquinaria conceptual que busca desmontar las ilusiones y supersticiones que, según Bacon, han encadenado el progreso del saber. Él identifica cuatro clases de ídolos: los de la tribu, que surgen de la naturaleza humana; los de la caverna, nacidos de la individualidad de cada persona; los del foro, derivados del lenguaje; y los del teatro, que provienen de las doctrinas filosóficas heredadas. Esta clasificación no solo es ingeniosa, sino profundamente actual: quien lea a Bacon con ojos contemporáneos descubrirá en sus páginas una crítica tan válida a los prejuicios del siglo XXI como a los de su propio tiempo.

Pero más allá del diagnóstico, lo que hace de Novum Organum una obra inolvidable es su propuesta de un nuevo espíritu científico. Bacon no pretende reemplazar la filosofía con fórmulas, sino enseñar a pensar de otro modo: desde la humildad, desde la experiencia, desde el trabajo meticuloso y colectivo. Su idea de una ciencia colaborativa, lenta pero segura, guiada por la experiencia y orientada al bienestar humano, se convierte en una promesa de emancipación: conocer para poder, poder para transformar.

El lector atento percibirá en estas páginas no solo un tratado filosófico, sino una llamada a la lucidez. Bacon escribe con la convicción de que el saber no es un lujo, sino una necesidad ética. Su obra es una cartografía del pensamiento, un manual para derribar ilusiones y construir verdades. En tiempos de información vertiginosa y verdades líquidas, volver a Novum Organum es redescubrir la fuerza serena de la razón metódica y la belleza de un intelecto al servicio del bien común. Porque toda gran revolución comienza no con un estallido, sino con un nuevo modo de mirar el mundo.



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