viernes, 15 de noviembre de 2013

EL BANQUETE, DE PLATÓN











Platón fue un filósofo griego que nació en Atenas alrededor del año 427 a. C. y murió en la misma ciudad en el 347 a. C. Fue discípulo de Sócrates, a quien conoció cuando tenía unos veinte años, y maestro de Aristóteles, a quien enseñó en su Academia, la primera institución de educación superior de Occidente. Platón pertenecía a una familia aristocrática y estaba interesado en la política, pero se decepcionó con el sistema democrático ateniense tras la condena a muerte de Sócrates por impiedad y corrupción de la juventud. Platón viajó por varios lugares, como Egipto, Sicilia e Italia, donde entró en contacto con las escuelas pitagórica y eleática. Intentó influir en la política de Siracusa, pero fracasó y sufrió varias peripecias que pusieron en peligro su vida. Platón escribió una serie de diálogos filosóficos en los que plasmó sus ideas sobre diversos temas, como la ética, la política, la metafísica, la epistemología, la psicología, el arte o el amor. Su obra más famosa es La República, donde expone su modelo ideal de Estado gobernado por filósofos-reyes. Platón es considerado uno de los fundadores de la filosofía occidental y su pensamiento ha tenido una gran influencia en la historia de la cultura.

El banquete es uno de los diálogos más célebres y leídos de Platón. Se trata de una obra que narra una fiesta o simposio celebrada en honor del poeta Agatón, quien había ganado un concurso dramático. En el simposio participan siete personajes: Fedro, Pausanias, Erixímaco, Aristófanes, Agatón, Sócrates y Alcibíades. Cada uno de ellos pronuncia un discurso sobre el amor (eros), desde diferentes perspectivas y estilos. El tema del amor se relaciona con otros aspectos filosóficos, como la naturaleza humana, el conocimiento, la belleza o el bien.

El primer discurso lo pronuncia Fedro, quien ensalza al amor como el más antiguo y venerable de los dioses, y como el que inspira las más nobles acciones y virtudes en los amantes.

El segundo discurso lo pronuncia Pausanias, quien distingue entre dos tipos de amor: el amor vulgar o pandemo, que busca el placer físico sin importar el sexo o la edad del objeto amado; y el amor celestial o uranio, que busca la belleza moral e intelectual del alma del objeto amado, y que se da preferentemente entre hombres.

El tercer discurso lo pronuncia Erixímaco, quien es médico y aplica su ciencia al tema del amor. Según él, el amor es una fuerza que armoniza los elementos opuestos de la naturaleza y del cuerpo humano, produciendo salud y equilibrio. El amor también se manifiesta en todas las artes y ciencias, y debe ser guiado por la razón para evitar los excesos.

El cuarto discurso lo pronuncia Aristófanes, quien es comediógrafo y recurre al mito para explicar el origen y la esencia del amor. Según él, los seres humanos eran originalmente esféricos y tenían cuatro brazos, cuatro piernas y dos rostros. Eran muy poderosos y desafiaron a los dioses, quienes los castigaron cortándolos por la mitad. Desde entonces, cada mitad busca reencontrarse con su otra mitad perdida, ya sea del mismo sexo o del sexo opuesto. El amor es el deseo de completarse y recuperar la naturaleza primordial.

El quinto discurso lo pronuncia Agatón, quien es poeta y hace una alabanza retórica y artística del amor. Según él, el amor es el más joven y bello de los dioses, y el que posee las más excelentes cualidades: bondad, sabiduría, moderación, valor, justicia, etc. El amor es el que comunica estas virtudes a los amantes y los hace felices.

El sexto discurso lo pronuncia Sócrates, quien es filósofo y cuestiona las afirmaciones de los anteriores oradores. Según él, el amor no es un dios, sino un daimon, es decir, un ser intermedio entre lo divino y lo humano. El amor tampoco es bello ni bueno, sino que desea lo que le falta. El amor es el deseo de poseer siempre el bien. Sócrates dice que aprendió esto de una sacerdotisa llamada Diotima, quien le enseñó la verdadera naturaleza y finalidad del amor. Según Diotima, el amor es un proceso ascendente que va desde el amor a los cuerpos bellos hasta el amor a las almas bellas, luego al amor a las leyes y costumbres bellas, luego al amor a las ciencias bellas, y finalmente al amor a la idea de belleza en sí, que es eterna e inmutable. Este es el fin último del amor: contemplar la belleza absoluta y engendrar en ella verdadera virtud.

El séptimo y último discurso lo pronuncia Alcibíades, quien es político y llega borracho e interrumpe el orden del simposio. Alcibíades hace una confesión personal sobre su relación con Sócrates, a quien ama pero no ha podido seducir. Alcibíades elogia la sabiduría, la valentía y la moderación de Sócrates, y lo compara con una estatua de Sileno que oculta en su interior una imagen divina. Alcibíades reconoce que Sócrates es el único que puede mejorar su alma, pero confiesa que se deja arrastrar por las pasiones y las ambiciones políticas.

La obra termina con la llegada de más invitados que interrumpen el simposio con música y ruido. Sócrates sigue dialogando con Agatón y Aristófanes sobre la relación entre la poesía trágica y la cómica. Al amanecer, todos se han dormido o marchado, excepto Sócrates, que se levanta y se va a sus ocupaciones habituales.

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